El Premio Nobel de Medicina 2024 ha sido otorgado a los científicos estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun por su descubrimiento de los microARN, pequeñas moléculas de ARN que juegan un papel crucial en la regulación de los genes. Este hallazgo, inicialmente realizado en el gusano nematodo C. elegans, reveló un principio completamente nuevo sobre cómo se controla la expresión génica en los organismos pluricelulares, incluidos los humanos.
El descubrimiento de los microARN fue ignorado durante décadas, al considerarse una peculiaridad propia de los gusanos. Sin embargo, estudios posteriores demostraron que los microARN son esenciales en la regulación genética de organismos más complejos, incluido el ser humano. Este mecanismo regula la forma en que nuestros genes se expresan en los diferentes tejidos del cuerpo, lo que es fundamental para el desarrollo de las células y su diferenciación en órganos y funciones específicos, como las células nerviosas, cardíacas o hepáticas.
El trabajo de Ambros y Ruvkun ha ayudado a comprender cómo los genes controlan el desarrollo de distintos tejidos y cómo una alteración en este proceso puede estar relacionada con enfermedades como el cáncer, la pérdida auditiva congénita y algunos trastornos óseos.
¿Cómo funcionan los microARN?
En el núcleo de las células, el ADN contiene las instrucciones genéticas, o genes, que son copiados por el ARN mensajero (ARNm). Este ARN sale del núcleo para dirigir la producción de proteínas en la célula. Sin embargo, los microARN pueden adherirse a estas copias de ARNm y bloquear la producción de las proteínas, controlando así qué genes se expresan y en qué momento.
Este mecanismo ha sido clave en la evolución de la vida compleja, permitiendo la diferenciación celular. El estudio de los microARN ha abierto nuevas oportunidades en la investigación de terapias para enfermedades como la epilepsia y el cáncer.
Con este revolucionario descubrimiento, Victor Ambros y Gary Ruvkun se suman a la prestigiosa lista de galardonados con el Premio Nobel de Medicina, consolidando su lugar en la historia de la biología molecular.
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